Vespula vulgaris II - Quiet Observer





A man is truly ethical only when he obeys the compulsion to help all life he is able to assist, and shrinks from injuring anything that lives. (Albert Schweitzer)


2005 D.C.

Tumbado en la hamaca. Un Martini en la mano. La piscina azul ante mí. El aire fresco del verano ya concluído rozando la piel desnuda. Vacaciones, nada en qué pensar. La superficie del agua reflejando el sol. Asociaciones de ideas sin conexión. Todos los músculos relajados, el cuerpo inmóvil, como paralizado por su propio peso. Un momento en que el tiempo parece detenido.

Los demás andan por ahí cerca, tratando de distraer a los niños. ¿Será ya hora de comer? Qué importa, alguien me avisará.

Algo cambia en mi campo de visión. La superficie de la piscina, antes tersa como un espejo, se agita suavemente. Una sucesión de círculos concéntricos se forma y se esparce sobre el agua.

En el centro, algo se mueve.

Me incorporo un poco para ver mejor. Es una avispa que ha caído al agua. Se ha acercado demasiado tratando de recoger agua para construir su nido.

Dejo el Martini en la mesa, me pongo las gafas de sol y me levanto de la hamaca. Me acerco al borde de la piscina. La avispa está a metro y medio del borde, pataleando inútilmente. 

Arrodillado junto al borde de la piscina, atraigo el agua hacia mí con movimientos lentos de la mano. La avispa se va acercando, está ya sólo a medio metro. Los niños se aproximan curiosos.

—¿Qué es, qué es?
—¡Un bicho, un bicho!
—¡Te va a picar!

Cuando la avispa está suficientemente cerca, hago un cuenco con ambas manos y la recojo junto con algo de agua. La transporto unos metros más allá, sobre un tramo de baldosas soleadas. Los niños me siguen, haciendo gestos de asco y aprensión.

—¿Qué hacéis vosotros ahí?— pregunta alguien.
—El tío Carlos está salvando una avispa— responden los niños.
—Una avispa ahogada.

La avispa no se mueve. Parece muerta. Me siento a su lado junto con los niños, que comentan con su pragmatismo habitual.

—Se ha ahogado.
—Ha tragado demasiada agua.

Pasan varios minutos. Los niños empiezan a aburrirse por la falta de acción. Me quito las gafas y, con una patilla toco levemente una antena de la avispa. El animal se estremece y agita convulsamente las patas. Los niños chillan excitados.

—¡Está viva, está viva!
—¡Te va a picar!

Vuelvo a tocar la antena de la avispa y ésta se incorpora sobre sus patas. Se tambalea, apenas se sostiene. Penosamente intenta limpiar sus ojos y sus alas del agua salada y clorada de la piscina.

Los niños saltan y vociferan.

—¡El tío Carlos ha salvado una avispa!

Al poco, la avispa ensaya un aleteo y de pronto, cuando aun parece apenas recuperada, emprende el vuelo y se aleja. Los niños vuelven con el resto de la gente y yo regreso a mi hamaca, me pongo las gafas y termino mi Martini.

El agua está otra vez quieta, el sol ha bajado un poco, el otoño continúa su avance.

Oigo vagamente a los niños contando mi hazaña a los mayores. Elsa comenta en voz suficientemente alta como para que yo le oiga:

—Avispas, insectos, lo que sea. Siempre igual. Y sólo en las piscinas.

Los demás se acercan y ocupan las hamacas próximas.

—Oye, Carlos, ¿qué historia es esa de las avispas?
—No te habrás hecho de una secta…

La misma historia, las mismas explicaciones…

—No es para tanto…
—Yo creo que estás interfiriendo en la naturaleza, es poco ecológico. Si la avispa se cae al agua deberías dejarle morir, si no nunca aprenderán a evitar las piscinas.
—Es más sencillo, la avispa está ahí, y yo puedo elegir que se ahogue o que siga viviendo— digo sin mucho énfasis.
—Ah, bueno, Carlos el Señor de las Avispas…
—El dueño de la vida y de la muerte…

Todos ríen y no tengo más remedio que reír con ellos.

—Sois muy rebuscados. Salvar a la avispa me resulta… gratificante. No tiene ningún mérito. Y me compensa del pequeño esfuerzo de levantarme de la hamaca…
—Elsa, tu marido se va a hacer de Greenpeace.
—De la asociación Salvad a la Avispa.
—Pero ¿no era salvar a las abejas?
—Cuidado con este maniático o acabaréis arruinados…
—…Y adiós piscinas…
—…Y adiós Martinis…

El agua de la piscina está otra vez lisa como un lago en invierno, el sol un poco más bajo, el otoño se afianza.

—¿Alguien quiere otro Martini?




Mermaid swimming in the pool (YouTube - 'Elizabeth Swims' channel)


8 comentarios:

  1. Otro relato estupendo, tanto por la historia en sí como por el estilo. Me ha gustado mucho la atmósfera (en realidad, lo bien conseguida que está), y la combinación de indolencia y compromiso por parte del protagonista, y de “esto es vida” y “esa vida no es nada” por parte de los demás.

    Y también me ha encantado la cambinación de tu texto con la cita de Albert Schweitzer y con la canción de los Byrds.


    PD: la foto de la sirena me parece preciosa, y aun así me da un poco de repelús.

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    1. Gracias A. amable as usual. Siempre he pensado que crear es sólo poner juntas cosas que ya estaban ahí y obtener algo nuevo.

      PD: ¿De verdad te da repelús la pequeña Elizabeth con su colita de sirena?

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    2. De verdad. ¿Será que de tan bonita me impresiona?

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    3. No se, a mí me resulta graciosa. En cuanto vi la foto me acordé de la avispa caída en la piscina. Pero admito que los americanos son bastante freak.

      Saludos.

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  2. Me ha parecido de lo más tierna esa escena rescatando a la avispa, un animalito que no tiene muy buena prensa especialmente en las piscinas. Me ha gustado la manera de contarlo y el compromiso de Carlos al salvarla. Los diálogos de lo más creíble, he podido ver a esos niños saltando alrededor de tío Carlos y a los mayores un poco burletas.
    Besos

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    1. Gracias Conxita. Lo curioso del caso es que varias veces he salvado avispas en piscinas, y en alguna ocasión he pensado, de modo algo romántico: «Quizá algún día, sea ella la que me salve a mí».

      Saludos.

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    2. Alguna vez también lo he hecho aunque no me gusten demasiado 😊
      Besos

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  3. Estupendo y muy realista relato. Esos pequeños gestos demuestran que al alcance de nuestra mano hay cosas importantes que dependen de nosotros. Me encanta la frase: "la avispa está ahí, y yo puedo elegir que se ahogue o que siga viviendo".
    Hace tiempo me dijeron: "el frío está ahí, si quieres lo coges y si no, no", jaja! Nada que ver con esto, únicamente la construcción de la frase :)

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