Vespula vulgaris III - …aunque sean innumerables…




Everything that can happen, will happen. (Hugh Everett)


12250000000 D.C.

Ha pasado mucho tiempo.

El enjambre de avispas vuela por el vacío interestelar, sin rumbo determinado.

No son avispas comunes, son el resultado de una larga evolución, seres inorgánicos, móviles, comunicados entre sí, de tamaño invisible.
  
Surgieron mucho antes de la gran extinción que acabó con la especie humana y la mayoría de las demás especies. Aunque para entonces los humanos habían conseguido integrar sus mentes en sistemas inorgánicos, ello no impidió que la gran extinción acabara con ellos, ya que la causa fue un gigantesco pulso de rayos gamma que tuvo lugar dentro de la Vía Láctea, apuntando por desgracia a la Tierra, y que destruyó todo lo que se basaba en la electrónica. Las avispas también habían adquirido inteligencia —cosa que no sucedió con las laboriosas abejas ni las organizadas hormigas— y habían llevado sus mentes diminutas a entes mecánicos igualmente diminutos que se esparcieron por el universo y gracias a ello se libraron del pulso de rayos gamma y de la extinción. Y por ahí siguen.

Han progresado mucho. Gobiernan la materia y el tiempo, actúan instantáneamente, por un acuerdo entre todas que se produce sin discusión y sin elección, como el vuelo de una bandada de estorninos. Contemplan la aparición y el fin de las estrellas. Aprenden, modifican la estructura del universo, viajan, bailan, se desplazan de uno a otro extremo del mundo en un instante.

Siguen llamándose a sí mismas avispas, ya que tienen sentido del humor. A veces se llaman avispillas, otras avispones y otras su antiguo nombre formal: Vespula vulgaris.

Una avispa comenta:

—Podríamos crear otra vez la Tierra y resucitar a los hombres…

No hay conversación como tal. El pensamiento se transmite al instante por todo el enjambre y éste reacciona, tiembla y especula.

—¿La Tierra? ¿Otra vez?
—Aquello era un desastre.
—No hay ninguna razón para hacerlo.

La avispa que habló en primer lugar argumenta.

—A los hombres les gustaría volver a vivir de nuevo…

El enjambre se muestra inquieto, si tal palabra se puede aplicar a esa nube de entes inorgánicos.

—¿Los hombres? Recordad cómo eran.
—Ni uno entre un millón valía gran cosa…
—Pero a ellos les gustaría. Les gustaría volver a vivir— continúa la primera avispa.
—Seguro que sí —ironiza el enjambre— pero ¿acaso hay alguna razón para hacerlo?
—Porque podemos— contesta la primera avispa—. «Aunque los seres sensibles sean innumerables, juro salvarlos a todos». 

La idea está lanzada, la semilla arrojada, el enjambre piensa en fracciones de segundo, la idea se abre paso, se impone por sí misma.

—Podemos hacerlo.
—¿Resucitar a los hombres? ¿Incluyendo a todos los malvados?
—Nadie puede ser muy malvado mientras le están picando cien avispas.
—Aprenderían en seguida…

Algo parecido a un murmullo de risas recorre el enjambre.

—Podemos hacerlo.
—Tenemos la información.
—Y tenemos la energía necesaria.
—Sólo nos falta la voluntad.
—Pongámonos a ello.
—Esperad, hay que buscar un sistema solar…
—¿Buscar? Los hay a millones. Mira ese planeta…
—¡Una atmósfera de metano! No puede ser.
—Hay que poner bacterias que fabriquen oxígeno.
—¡Tardaremos millones de años…!
—¿Y qué? Tenemos todo el tiempo del mundo. Si los hombres han estado muertos todo este tiempo, no les importará esperar unos millones de años más…
—¿Los resucitaremos a todos?
—A todos. Y no faltará ninguno.
—Como decían los budistas: «aunque sean innumerables…»
—«…juro salvarlos a todos»
—Manos a la obra. Pero ¿por qué no se nos ha ocurrido antes? ¿De quién ha sido la idea? Tú, avispa, ¿por qué se te ha ocurrido?

La avispa que había hablado en primer lugar experimentó algo que, en otro tiempo y en otras circunstancias se hubiera llamado azoramiento.

Titubeó, expresó el acto virtual equivalente a ruborizarse. El enjambré lo percibió y esperó en silencio.

—Veréis… una vez, hace muchos, muchos años, un hombre me salvó la vida…






9 comentarios:

  1. Me han gustado muchísimo tus dos relatos, pero vamos a ver, ¿cómo se puede decir que el ser humano es malvado y no merece la pena cuando te ha salvado la vida? ¿No es un poco contradictorio? Cuando la avispa ha hecho esta afirmación, súbitamente he recordado a Gandhi, a Jesús, y a tantos y tantos seres anónimos que, con pequeños (según se mire) gestos engrandecen la vida de la humanidad toda, y haberlos, háilos.

    Como siempre, muy interesante y personal lo que escribes.

    Besos.

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    1. Sara gracias por tu visita.

      Quizá no lo he contado bien. Una de las "avispas" tiene sus dudas sobre si todos los seres humanos merecen ser salvados. Me parece una duda razonable que creo que todos nos plantearíamos. Pero otra avispa — de hecho el "enjambre" — le responde que los salvarán a todos, tal y como dice el voto budista.

      Saludos.

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  2. Me ha gustado mucho también esta tercera entrega, y el todo que forman las tres partes me parece muy interesante, tanto el concepto como la realización.

    Impresiona pensar en las consecuencias que puede tener cualquier acto, por insignificante que parezca, pero supongo que todos las tienen, aunque el resultado no sea siempre tan trascendental. Parece, por cierto, que aquí el efecto mariposa se ha convertido en el "efecto avispa".

    Saludos y felicidades.

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    1. Gracias A. Todo lo que sucede, no sólo tiene consecuencias, sino que esos efectos permanecen para siempre, de modo que, en principio sería posible reconstruír cualquier estado anterior de un sistema. Otra cosa es lo que cueste recopilar la información o disponer de la energía. Por eso dicen las avispas «tenemos la información… y tenemos la energía necesaria». Y por eso termino con la ecuación de Schrödinger, porque describe un sistema en su totalidad, aunque el sistema sea todo el universo.

      Saludos.

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  3. Me has hecho pensar en la importancia de un pequeño gesto y me ha recordado eso del Karma.
    Interesante segunda parte, me ha gustado mucho la manera en que se complementan los relatos.
    Besos

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    1. La ley del karma, en contra de la creencia popular, no tiene mucho de metafísico ni de religioso (aunque forma parte del pensamiento hinduísta). Es una simple ley física que viene a decir que todo acto es consecuencia de otro, y que esta relación es inevitable.

      Gracias y saludos.

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    2. Gracias no lo conocía, la relacionaba solo con el hinduismo y sí en muchas ocasiones se pone de manifiesto.
      Saludos

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  4. Estupenda música ambiental para el relato.
    El aleteo de una mariposa no sólo se puede sentir al otro lado del mundo, sino, a través del tiempo...¡Buena trilogía!
    Un saludo!

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    1. Muchas gracias, Saurio, celebro que te haya gustado la trilogía.

      La parte II la escribí en 2005 junto a una piscina y es en parte cierta: Salvé a, no una, sino varias avispas. (Aunque ni tengo sobrinos, ni estoy casado con ninguna Elsa. Y no bebo Martini).

      Las partes I y III, son la precuela y secuela respectivamente, escritas bajo la influencia de lo que estaba leyendo en la piscina: Los Ensayos sobre Budismo Zen, de D. T. Suzuki, y Física de la Inmortalidad, de Frank J. Tipler.

      Saludos. Muy honrado por tu visita.

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