Evangelina Sobredo ("Cecilia")
Tenía una gata de nombre Luna,
Era de plumas de ruiseñor.
Sus ojos eran de vidrio verde,
Su hocico negro de cartón.
Murió mi gata de angora blanca,
Murió mi trozo de ilusión,
Y entre cuatro la llevamos
Envuelta en paño de algodón.
Cavé un hoyo detrás de un chopo,
Con mi cuchara y mi tenedor.
La he cubierto de arena fina
La he rezado un padrenuestro,
Y he llorado mi último adiós.
Que sola muere mi gata Luna,
Que sola y triste vivo yo.
(Eva Sobredo, Mi Gata Luna, 1972)
Matómela un ballestero/ dele Dios mal galardón.
ResponderEliminarThanks for the link. Lovely song.
El mejor de los romances, en mi opinión.
EliminarSaludos.
A mí me parece una joya.
EliminarTe dejo este otro que quizá te resulte curioso si no lo conoces.
Sí que es curioso, parece un romance relativamente 'moderno' y entiendo que te llamara la atención una advocación de la Virgen de los 'Buenos libros', que falta nos hacen.
EliminarBuscando por internet, hay muchas referencias a ese romance, (¿procede de la Colegiata de San Isidoro?) y de paso encuentro un micro-romance escrito por 'El Libro', y que dice así:
Si quieres saber, te enseño,
te alivio si sufres daño,
si estás solo, te acompaño,
me callo, si tienes sueño.
Saludos.
Estos versitos libreros me parecen encantadores, y me parecen también un compendio de las ideas que dan forma a un libro titulado Los amores de un bibliómano, de Eugene Field, muy especial para mí.
EliminarSaludos y gracias.
Diría que sobran las palabras si no fuera porque esta juglar, de sensibilidad estremecida, ha sabido plasmar con la candidez de una niña el dolor por un ser querido. A su gata le reza un padrenuestro, como haríamos cualquiera de nosotros ante la pérdida de una madre o hermano.
ResponderEliminarUna canción emotiva, nacida de lo hondo, como todo lo de Cecilia. Esta mujer, que pretendía ser "nada de nadie", no solo es un referente en la música de nuestro país, sino un alma ligera y contundente a un tiempo que lo dirá todo acerca de los espíritus sensibles.
Saludos.
No añado ni una palabra a las tuyas, Sara.
EliminarGracias por tu visita.
Me ha parecido muy tierno, esas lágrimas que se derraman por la gata, mucho más que una mascota, ese mimo en su despedida y esa soledad que queda.
ResponderEliminarDulce igual que esa canción y la imagen que tengo de Cecilia.
Saludos
Saludos, Conxita. Las letras de Cecilia tenían hallazgos literarios fabulosos, como «Cavé un hoyo… con mi cuchara y mi tenedor». Una pena que ya no se escriban cosas así.
EliminarGracias por la visita.