Cuando era niño, en mi casa se celebraba la Navidad de modo bastante convencional. Por ejemplo, unas semanas antes de las fiestas, mi madre compraba postales de felicitación, las redactaba pacientemente según los destinatarios —familiares, amistades— y luego nos pasaba el montón para que todos firmásemos.
Hacía ya tiempo que mi padre no se hablaba con su hermano. Seguramente hubo alguna trifulca personal que, nosotros los niños, percibimos claramente, aunque sin entender las razones. Y mi padre y su hermano —y en consecuencia ambas familias— quedamos desconectados y dejamos de intercambiar felicitaciones de Navidad. Nuestras familias vivían muy alejadas, y el contacto personal era difícil.
Mi madre planeó entonces una estrategia, que sólo nos explicó años más tarde: al acercarse la Navidad, redactaba una felicitación para el hermano de mi padre, lo hacía en secreto, y luego nos pasaba a firmar a todos, y cuando le tocaba firmar a mi padre, ella ocultaba el destinatario.
Me imagino que el hermano de mi padre debió pensar "¿Cómo es que éste me manda una postal de Navidad? No creo que la situación sea muy adecuada…" Pero curiosamente, recibimos otra postal como respuesta, aunque de tono algo seco. Luego he pensado que mi tía (la mujer del hermano de mi padre) debió sospechar la maniobra y le animó a responder.
Y al año siguiente se repitió la operación. Ambas postales en tono algo más cálido, más normal y más propio de hermanos.
Y cuando al cabo de los años mi padre y su hermano se encontraron en persona, junto con nuestras respectivas familias, ambos se abrazaron y nunca mencionaron —que yo sepa— el incidente que les había separado. Creo que había pasado demasiado tiempo y quizá ya ni lo recordaban; o se sentían mayores; o la vehemencia con que vivieron la disputa se había disipado.
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He meditado, años después, que a veces he tenido desencuentros y malentendidos con otras personas, (muchas veces en diálogos a través de internet), y he creído siempre que lo más sano es aclarar los asuntos cuanto antes y, si es posible, cara a cara, evitando crearme enemigos por tonterías.
Y esto me recuerda que, cuando a mi abuelo le preguntaban por el secreto de una vida sosegada, solía responder:
"Sólo tres cosas: no te gastes todo tu dinero; no te crees enemigos y bebe siempre vino de buena calidad"
Como me dedico profesionalmente sobre todo y más que nada a “intentar” resolver conflictos familiares de todo tipo… herencias, divorcios, etc.. ( soy abogado de familia : ) veo mil veces casos como el comentas y me pregunto cómo es posible que un conflicto o desencuentro, a veces, absolutamente estúpido, puede alejar tantísimo a la gente..pero los humanos somos así, nos enrocamos en nuestro orgullos maltratado y de ahí no salimos. Nunca es el último desencuentro la causa real del alejamiento…es un cúmulo de circunstancias lo que desencadenan la ruptura, lo que me cuesta comprender es cómo se deja trascurrir el tiempo sin ser capaces de retomar una relación que en el fondo todo el mundo añora, pero que si no es por esas ayudas de terceros o que la propia casualidad de la vida ( en la que no creo, creo que todo son causalidades; ) propicia, ahí quedó.. Yo soy del estilo de tu madre jajaja intento por activa y pasiva remendar esos rotos, me cuesta un mundo mantenerme al margen y pasar, si veo que dos personas que quiero se alejan.. aunque hay veces que es inevitable dejar que el tiempo apacigüe los calentones que inician el conflicto, pero siempre hay tiempo para retomar y volver…y no lo hago por buenismo, lo hago porque lo necesito, yo misma, que además, aunque soy de naturaleza dócil, tengo mucho carácter, a veces se me va la olla, pero no me cuesta nada pedir perdón.. esta es la palabra mágica que lo arregla todo, solo que la usamos poco y ese es el quid de la cuestión.. sin perdón no hay acercamiento, pero si pusiéramos en una balanza lo que nos perdemos y lo que ganamos por pronunciarla, nos daríamos cuenta de lo absolutamente bobos que somos … aquí venismo a sembrar recuerdos en los demás, nada más que para eso, así que ya puestos, que los recuerdos que queden sean buenos...Por eso, espero que este mensaje tuyo haya llegado a quien sea deba llegar… somos un breve y milagroso suspiro de curiosa singularidad, suspendidos en una preciosa mota azul flotando en el universo donde permanecemos por a penas unos pocos segundos, la mitad de los cuales nos los pasamos quejándonos, la otra mitad a torta limpia y los pocos que nos quedan arrepintiéndonos por lo hecho y lo dejado de hacer.. así que mejor hacer lo que podamos, mientras podamos por estar en paz con los demás y sobre todo .. con nosotros mismos.. puro egoísmo altruista que se llama : ) Maaaadre mía que rollo te he soltado…perdón. En fin, podéis ir en paz hermanos jajajaja Otro abrazo y gracias, un placer charlar contigo.
ResponderEliminarHola María. Ya intuía yo que te dedicabas a desfacer entuertos. Se nota por tu forma de expresarte, que manifiesta una cultura y un don de gentes poco usual.
ResponderEliminarEl cuento es real, aunque no personal. Pero creo que representa bien la clase de peleas tontas que suelen darse en las familias, y que seguramente conoces tán bien.
Creo que todos los conflictos de esa clase se podrían resolver, sólo con que una de las partes tuviera el coraje (por no usar una expresión más vulgar) de dar un paso al frente, tragarse el orgullo, reconocer la irrelevancia tán frecuente en esas enemistades, y extender la mano sin condiciones. Nada fácil, lo habrás visto en muchas ocasiones, pero a medida que pasa el tiempo, se da cuenta uno de que la paz de espíritu (que decía mi abuelo) vale mucho más que la obcecación pueril en asuntos de poca enjundia.
Tengo la impresión de que tu trabajo ha hecho de tí una persona más sabia. El mío así lo hizo. Al principio tuve que morderme la lengua muchas veces. Pero pronto descubrí que dormía mejor, y que mi presión sanguínea se estabilizaba, lo cual seguramente me salvó la vida.
Diviértete, ríete, no tomes nunca a nadie demasiado en serio, empezando por tí misma. y recuerda que el asteroide puede llegar en cualquier momento. Recibámoslo con una sonrisa.
Y recuerda que tus "rollos" serán siempre bienvenidos en mi blog.
Tu historia me parece un auténtico cuento de Navidad, de lo que debería ser la Navidad: buenas intenciones, buenos deseos, reconciliaciones sinceras... no este desmadre en que se han convertido.
ResponderEliminarLa carta a Papá Noel que reproduces es fantástica. Da idea del sentido que han tomado las Navidades, pero hay que reconocer que el chiquillo se lo ha trabajado. Sólo por su dedicación se merece el regalo :D
Saludos.
Para variar, y sin que sirva de precedente, la historia es real y autobiográfica. Así fue cómo mi padre y su hermano se reencontraron. Imposible explicarte la sensación de paz que nos produjo a todos. Seguro que andan los dos por ahí riéndose de todos nosotros.
EliminarMuy buena historia, seguramente extrapolable a tantas y tantas familias.
ResponderEliminarHay personas que dicen que está muy manido aquello de dejar las rencillas aparte en estas fechas, reunirse con la familia, hacerse regalos, etc. Que no creen en estas cosas, ni en la religión ni nada, pero el tema es, que si estas cosas no se hacen en Navidad, ¿cuándo entonces? Para algunas familias que igual se ven solamente en estas fechas, quizá no habría "excusa" para reunirse.
Sobre los conflictos; totalmente de acuerdo, siempre mejor en persona, exponiendo las cosas con tranquilidad, y tratando de entender que ni nosotros ni nadie tenemos las respuestas a todas las preguntas.
Y muy buena frase la del abuelo!
Hola, Chica del Te, renacida de tus cenizas.
EliminarAunque lo diga con la boca pequeña, aprecio ese espíritu de amistad y reconciliación que trae la Navidad.
Algún día nos contarás de dónde sacas esas preciosas fotos con que ilustras tus entradas. Sigue escribiendo, haz pausas si las necesitas. Yo —y seguro que otros— te estaremos esperando.
Muchas gracias!! Te contesté por mi blog al comentario que dejaste en la entrada de Papel en blanco, que me hizo mucha ilusión, la verdad. Las fotos que pongo, la mayoría de internet y alguna mía :)
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