Cymru

 


Desde que leí «Le Hasard et la Nécessité», el ensayo de Jacques Monod en el que comenta —entre otras cosas— que ambos, azar y necesidad son suficientes para explicar la aparición de la vida en la Tierra, pensé que sus ideas corroboraban mi temperamento materialista.

Después me interesé por la biología molecular, siempre me han atraído las ramas del saber que están en el límite. Por ejemplo, la medicina no me interesa mas que en sus aspectos prácticos. No es una ciencia verdadera, sólo un compendio de experimentos ensayo-error, y algo de estadística. Más importante me parece la astrofísica, el origen del universo, cómo funciona, el tiempo, el espacio &c.

Buscaba una visión lo más completa posible de los límites de la ciencia: qué sabemos y qué no. Por eso, cuando tropecé con un artículo que mencionaba la conveniencia de incluir a Dios en la Física, me quedé algo perplejo. El argumento venía a decir: Si Dios existe, entonces debemos incluírlo en las leyes de la Física; y si no existe, prescindir de Él de una vez por todas.

No sé si este pensamiento provenía de Richard Dawkins, Stephen Hawking o alguno de esos. Pero tenía sentido. Nunca he entendido a esos físicos americanos que, de Lunes a Viernes intentan desentrañar los misterios de la materia, y el fin de semana se van a rezar al templo de su secta favorita. Al menos, en Europa no nos engañamos: el ateísmo se declara públicamente si es preciso, mientras que los americanos aún no han «salido del armario» en ese sentido.

Inciso para contar una anécdota sobre Richard Dawkins. Quien haya oído hablar de este hombre, sabe que es ateo militante, además de autor de exitosos libros de divulgación científica («El Gen Egoísta» es seguramente el más conocido). Pues resulta que alguien comentaba en algún foro (puede que en edge.org) que Dawkins era tán fundamentalista como cualquier fanático religioso de los muchos que hay. Decía el comentario: Supongamos que Dios existe. Y sabe que Dawkins es ateo. Y decide aparecerse ante él para demostrarle Su existencia. Dios se presenta ante Dawkins, rodeado de un coro de 200.000 ancianos tocando trompetas, entre nubes luminosas, junto a una cohorte de serafines, querubines, tronos y dominaciones, en medio de fulgores y relámpagos. Dawkins no se inmuta, ya que todo eso le parece un mero espectáculo de luz y sonido. Entonces Dios le dice que le va a mostrar sus poderes obrando toda clase de prodigios y milagros que desafían las leyes naturales. Y así lo hace.

¿Alguien cree que algo de eso logra convencer a Dawkins de la existencia de Dios? Por supuesto que no: Dawkins atribuye todos esos acontecimientos a un estado alterado de su conciencia por algo que le ha sentado mal en la cena; o a una broma de sus colegas; o a una súbito episodio psicótico del que está siendo víctima, &c. Dawkins es más dogmático que el más dogmático de los creyentes teístas, de esta u otra secta. Es decir, el que se auto-denomina positivista radical es sólo un creyente más, sólo que creyente de la no-creencia.

Menciono esto para subrayar lo difícil que resulta apartar los prejuicios en nuestros razonamientos. Los científicos más reputados han caído una y otra vez en ese problema de nuestro pensamiento. Sólo que sus afirmaciones erróneas han sido barridas por el tiempo. Recordemos a Lysenko.

Así que en los argumentos de Jacques Monod que leí en su día, algo no me cuadraba. Me di cuenta de un detalle: Monod era comunista. Y su razonamiento tenía, de forma previsible, un sesgo en contra de todo lo que sonase a creacionismo. Yo no soy creacionista, pero detecto ese sesgo en cuanto lo veo. Lo que no me cuadraba era la escala de tiempo. (Curiosamente, Monod se apartó del Partido Comunista coincidiendo con el caso Lysenko).
 
Hace apenas 4000 millones de años, la tierra era poco más que un mar de magma a más de 1000 grados, donde la vida era imposible. Y Monod decía que de entonces hasta ahora, la vida había evolucionado de forma espontánea hasta crear, no ya una célula, sino organismos complejos, culminando en organismos auto-conscientes. Cualquiera que conozca, aunque sea por encima cómo funciona una célula, cómo funciona la herencia genética, qué es el ADN y lo que hace, comprende que no hay tiempo para que ese sistema de extrema complejidad se desarrolle por azar en 4000 millones de años: no hay tiempo. El propio Monod afirmaba que la probabilidad de tal evento era cero, se trataba de un fenómeno imposible, pero que aun así había ocurrido aquí, en la Tierra. Pero que en el resto del universo no podía haber vida.

Y lo que descubrí en otro artículo que encontré recientemente era que alguien se había molestado en calcular la probabilidad de ese evento azaroso. Venía a decir esto: Si metemos en un bote los compuestos químicos que constituyen la vida, le añadimos algo de energía y lo agitamos, el tiempo necesario para obtener algo parecido a la vida, aunque no sea más que un cacho de ARN, es tán grande que haría falta, no ya 4000 millones de años, sino esta cifra elevada a una potencia descomunal que sobrepasa nuestra imaginación.

Los autores del estudio concluían: Si el azar es incapaz de producir los efectos que vemos a nuestro alrededor, entonces, como científicos, tenemos que incluír en el proceso otro factor, y aceptar que la vida no es producto del azar, es un fenómeno deliberado.

No indicaban exactamente qué querían decir con ello. Tampoco era su misión. Ellos llegaron hasta donde pudieron usando el método científico ortodoxo. Si hay que dar un paso más allá —dijeron— que cada quién de el paso que más le guste. Sobre eso no opinaban, simplemente exponían el resultado de un cálculo que no había salido como era de esperar.

A modo de epílogo, puedo añadir que, cuando los estudiosos de la mecánica cuántica se encontraron con que la teoría aceptaba que una partícula estuviera en dos lugares distintos a la vez, la mayoría (incluído Einstein) les acusó de ver fantasmas. Y sin embargo, actualmente ese hecho es considerado algo normal, incluso anodino: el portátil, o el móvil que tienes entre las manos funciona en base a fenómenos como ese, considerados no hace tánto imposibles o contrarios a la intuición y a veces contrarios a nuestras creencias. Menos mal que ya no nos envían a la hoguera. Bueno, según en qué sitios.

sigo sin entender…


Welsh girls wading a stream in Brecon Beacons National Park

4 comentarios:

  1. Leyéndote he tenido la sensación de que te ocurre como a Unamuno, que no tenía fe, ni creía, pero se moría por tenerla…de tus letras se deduce obviamente que eres ateo, pero sigues dándole vueltas a la idea de no comprender cómo algunos lo son y solo el hecho de que te lo preguntes denota tu interés por la idea, mira, he sentido curiosidad porque además de los que nombras, sabía que había muchos más, lo que no sabía era que era tantos y es posible que haya más, en esta lista, hasta 100 científicos solo de los últimos 200 años creen en Dios .. en mi caso te dría que soy agnóstica, no creo, pero tampoco niego su existencia, más que como una deidad mística que sinceramente creo no me encaja, sí como una energía superior que en última instancia sería esa causa supuestamente aleatoria, que hace surgir la vida, porque efectivamente, cuesta suponer, que entre temperaturas extremas hace millones de años surgiera una casualidad tan casual ; ) O puede suceder como con la paradoja del gato de Schrödinger ¿cómo es posible? Pues parece ser que lo es, solo que en nuestros parámetros es muy complicado de comprender, quizá tengan que cambiar las variables para que la incógnita se resuelva ;) Muy interesante tu entrada y sobre todo, me ha alegrado ver cómo te has materializado de nuevo, viajero del tiempo ; )ese tema de Lez Zeppelin no lo conocía, suena más despacito que el original, pero suena bien.
    Mil gracias, feliz navidad!!

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    1. No, no me ocurre como a Unamuno. No tengo ninguna intención de ser creyente, mucho menos en la clase de deidades que nuestras culturas veneran. Tales seres están llenos de contradicciones lógicas que no cuadran con el pensamiento racional. Un ejemplo trivial: ¿te parece que el dios cristiano puede realmente ser "infinitamente bondadoso? La presencia del mal en el mundo es la gran piedra que ninguna religión ha sido capaz de esquivar. "Los designios del Señor son inescrutables". That's all, chaps.

      Si realmente hay un dios creador, lo veo más como un aprendiz de demiurgo borracho, que no aprobó su examen. Porque todas las ideas de dioses que la humanidad ha creado no tienen sentido. ¿Que Dios es omnisciente? y ¿dónde dejamos entonces el libre albedrío? ¿Que es omnipotente? Pues no parece muy maños, podría haber hecho las cosas algo mejor. ¿Que es infinitamente bondadoso? Eso sí que no me lo trago. Pregúntale a alguien que tenga un hijo de cuatro años con leucemia, a ver qué opina de dios; o de Alá, llamado el Misericordioso.

      María, el que 100 eminentes científicos sean cristianos, no dice nada en favor del cristianismo, (eso se llama "falacia de apelación a la autoridad" o falacia ad verecundiam). Razonamientos del tipo "nueve de cada diez estrellas de Hollywood usan jabón Lux". Ergo el jabón Lux debe ser cojonudo). Es una falacia, muy antigua, pero que aun se usa en publicidad.

      La gente es creyente por muchos motivos: herencia cultural de la familia/clase/pais; miedo a la muerte (la "apuesta de Pascal"); miedo a ser rechazado por la comunidad (ej. no ser mormón en Salt Lake City); pero ninguno de esos motivos apoya la credibilidad de esas personas en otros terrenos no religiosos, como por ejemplo, la física de partículas. Es como decir "la teoría de la relatividad debe ser cierta porque Einstein era judío": non sequitur.

      Son ideas que no se sostienen, ideas humanas, demasiado humanas, como dijera Nietzsche.

      Más aceptable me parece la noción de que el concepto realmente central es la consciencia (no "conciencia", ojo) y que la realidad, es decir, el tiempo, el espacio, son conceptos emergentes de la consciencia. Nuestro cerebro ha sido sometido a la evolución selectiva, su "propósito" es la supervivencia de la especie, no el logro del conocimiento.

      No toco la guitarra despacio, es que Jimmy Page tocaba demasiado deprisa :-) No soy muy hábil aunque tengo oido. Y buenas guitarras.

      Me encanta tu blog, pero soy parco en comentarios. Me gustaría tener una larga charla contigo sobre estas cuestiones. Pero el tiempo es breve, internet es limitada, y el asteroide se acerca.

      Un placer tenerte de lectora.

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  2. Me ha encantado esta entrada, y también lo que añades en tu respuesta al comentario de María.

    Siempre me ha causado una rara sensación esa idea que se repite mucho, de que es imposible que estemos solos en el universo, que es muy soberbio creer que no haya vida más que en la Tierra. Pero yo me pregunto siempre si no es más soberbio creer que hubo un dios que decidió crearnos, y además a su imagen y semejanza.
    A mí lo que me parecería raro es que en otros planetas se hubiera producido una serie de coincidencias y azares similar a la que debió ocurrir aquí (aunque hubiera hecho falta otro factor, según el estudio que refieres). No me parece soberbio creer que seamos producto del azar, sino casi al contrario, porque es creer que existimos por pura chiripa, como aquel que dice, y disculpa la exagerada simplificación.
    Pero lo que sí me parece indiscutible es que sea como sea la cosa, sea cual sea el origen, el resultado es una maravilla asombrosa, tanto que nos ha llevado, desde el principio, a la necesidad de creer en dioses creadores para poder sobrellevar el pasmo que nos produce todo esto.

    Saludos!

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    1. Ángeles, bienvenida, mi más fiel lectora.

      A la gente siempre le ha parecido raro que seamos los únicos seres conscientes del universo. Pero creo que es un sentimiento de soledad, de orfandad. En realidad no hay ninguna razón para creer que el fenómeno de la vida haya tenido lugar en más sitios (sobre todo teniendo en cuenta la bajísima probabiliad de que se den las condiciones adecuadas).

      En efecto, existimos "por pura chiripa", y el propio Jacques Monod así lo dice: comenta que si existimos es porque nos tocó el "número de Montecarlo", ya que por lo demás, la probabilidad de nuestra presencia aquí es estrictamente igual a cero.

      Y sí, en efecto, los especialistas hablan de nuestra existencia como de un milagro, pero no en la acepción religiosa del término, sino sólo como indicación de la rareza, lo improbable, lo alucinante de nuestra presencia en el mundo, lo cual nunca deja de maravillarme.

      Gracias por seguir ahí. Tu fidelidad de años me reconforta, incluso me conmueve, a mí, el frío positivista que no cree ya en nada.

      Saludos.

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