Cuento de Navidad
Hacía ya tiempo que mi padre no se hablaba con su hermano. Seguramente hubo alguna trifulca personal que, nosotros los niños, percibimos claramente, aunque sin entender las razones. Y mi padre y su hermano —y en consecuencia ambas familias— quedamos desconectados y dejamos de intercambiar felicitaciones de Navidad. Nuestras familias vivían muy alejadas, y el contacto personal era difícil.
Mi madre planeó entonces una estrategia, que sólo nos explicó años más tarde: al acercarse la Navidad, redactaba una felicitación para el hermano de mi padre, lo hacía en secreto, y luego nos pasaba a firmar a todos, y cuando le tocaba firmar a mi padre, ella ocultaba el destinatario.
Me imagino que el hermano de mi padre debió pensar "¿Cómo es que éste me manda una postal de Navidad? No creo que la situación sea muy adecuada…" Pero curiosamente, recibimos otra postal como respuesta, aunque de tono algo seco. Luego he pensado que mi tía (la mujer del hermano de mi padre) debió sospechar la maniobra y le animó a responder.
Y al año siguiente se repitió la operación. Ambas postales en tono algo más cálido, más normal y más propio de hermanos.
Y cuando al cabo de los años mi padre y su hermano se encontraron en persona, junto con nuestras respectivas familias, ambos se abrazaron y nunca mencionaron —que yo sepa— el incidente que les había separado. Creo que había pasado demasiado tiempo y quizá ya ni lo recordaban; o se sentían mayores; o la vehemencia con que vivieron la disputa se había disipado.
***
He meditado, años después, que a veces he tenido desencuentros y malentendidos con otras personas, (muchas veces en diálogos a través de internet), y he creído siempre que lo más sano es aclarar los asuntos cuanto antes y, si es posible, cara a cara, evitando crearme enemigos por tonterías.
Y esto me recuerda que, cuando a mi abuelo le preguntaban por el secreto de una vida sosegada, solía responder:
"Sólo tres cosas: no te gastes todo tu dinero; no te crees enemigos y bebe siempre vino de buena calidad"
in memoriam
in memoriam V.Q.
All manner of thing shall be well
When the tongues of flames are in-folded
Into the crowned knot of fire
And the fire and the rose are one.
Cymru
Buscaba una visión lo más completa posible de los límites de la ciencia: qué sabemos y qué no. Por eso, cuando tropecé con un artículo que mencionaba la conveniencia de incluir a Dios en la Física, me quedé algo perplejo. El argumento venía a decir: Si Dios existe, entonces debemos incluírlo en las leyes de la Física; y si no existe, prescindir de Él de una vez por todas.
Inciso para contar una anécdota sobre Richard Dawkins. Quien haya oído hablar de este hombre, sabe que es ateo militante, además de autor de exitosos libros de divulgación científica («El Gen Egoísta» es seguramente el más conocido). Pues resulta que alguien comentaba en algún foro (puede que en edge.org) que Dawkins era tán fundamentalista como cualquier fanático religioso de los muchos que hay. Decía el comentario: Supongamos que Dios existe. Y sabe que Dawkins es ateo. Y decide aparecerse ante él para demostrarle Su existencia. Dios se presenta ante Dawkins, rodeado de un coro de 200.000 ancianos tocando trompetas, entre nubes luminosas, junto a una cohorte de serafines, querubines, tronos y dominaciones, en medio de fulgores y relámpagos. Dawkins no se inmuta, ya que todo eso le parece un mero espectáculo de luz y sonido. Entonces Dios le dice que le va a mostrar sus poderes obrando toda clase de prodigios y milagros que desafían las leyes naturales. Y así lo hace.
Así que en los argumentos de Jacques Monod que leí en su día, algo no me cuadraba. Me di cuenta de un detalle: Monod era comunista. Y su razonamiento tenía, de forma previsible, un sesgo en contra de todo lo que sonase a creacionismo. Yo no soy creacionista, pero detecto ese sesgo en cuanto lo veo. Lo que no me cuadraba era la escala de tiempo. (Curiosamente, Monod se apartó del Partido Comunista coincidiendo con el caso Lysenko).
Hace apenas 4000 millones de años, la tierra era poco más que un mar de magma a más de 1000 grados, donde la vida era imposible. Y Monod decía que de entonces hasta ahora, la vida había evolucionado de forma espontánea hasta crear, no ya una célula, sino organismos complejos, culminando en organismos auto-conscientes. Cualquiera que conozca, aunque sea por encima cómo funciona una célula, cómo funciona la herencia genética, qué es el ADN y lo que hace, comprende que no hay tiempo para que ese sistema de extrema complejidad se desarrolle por azar en 4000 millones de años: no hay tiempo. El propio Monod afirmaba que la probabilidad de tal evento era cero, se trataba de un fenómeno imposible, pero que aun así había ocurrido aquí, en la Tierra. Pero que en el resto del universo no podía haber vida.
Y lo que descubrí en otro artículo que encontré recientemente era que alguien se había molestado en calcular la probabilidad de ese evento azaroso. Venía a decir esto: Si metemos en un bote los compuestos químicos que constituyen la vida, le añadimos algo de energía y lo agitamos, el tiempo necesario para obtener algo parecido a la vida, aunque no sea más que un cacho de ARN, es tán grande que haría falta, no ya 4000 millones de años, sino esta cifra elevada a una potencia descomunal que sobrepasa nuestra imaginación.
Los autores del estudio concluían: Si el azar es incapaz de producir los efectos que vemos a nuestro alrededor, entonces, como científicos, tenemos que incluír en el proceso otro factor, y aceptar que la vida no es producto del azar, es un fenómeno deliberado.
No indicaban exactamente qué querían decir con ello. Tampoco era su misión. Ellos llegaron hasta donde pudieron usando el método científico ortodoxo. Si hay que dar un paso más allá —dijeron— que cada quién de el paso que más le guste. Sobre eso no opinaban, simplemente exponían el resultado de un cálculo que no había salido como era de esperar.
A modo de epílogo, puedo añadir que, cuando los estudiosos de la mecánica cuántica se encontraron con que la teoría aceptaba que una partícula estuviera en dos lugares distintos a la vez, la mayoría (incluído Einstein) les acusó de ver fantasmas. Y sin embargo, actualmente ese hecho es considerado algo normal, incluso anodino: el portátil, o el móvil que tienes entre las manos funciona en base a fenómenos como ese, considerados no hace tánto imposibles o contrarios a la intuición y a veces contrarios a nuestras creencias. Menos mal que ya no nos envían a la hoguera. Bueno, según en qué sitios.
sigo sin entender…
Shady Grove
No entiendo nada
“This great evil, where's it come from? How'd it steal into the world? What seed, what root did it grow from? Who's doing this? Who's killing us, robbing us of life and light, mocking us with the sight of what we might've known? Does our ruin benefit the earth, does it help the grass to grow, the sun to shine? Is this darkness in you, too? Have you passed through this night?”
(James Jones, The Thin Red Line, 1962)
"The Terror of War", Tràng Bàng, June 8, 1972. Photo by Nick Ut (AP). |
Botón rojo - 2º aviso
PennVet veterinary nurse trainee comforting sleeping dog after he underwent major surgery |
"Entonces respondió Yahveh: Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, por ellos perdonaré a todos los que viven allí." (Génesis, 18:26)
Cosas que hice cuando estaba vivo.
Solía elucubrar con pensamientos mezcla de filosofía y ciencia-ficción, tales como: «Si fuera un extraterrestre con superpoderes y tuviera a mano un botón rojo que pudiera hacer desaparecer a la raza humana ¿qué haría? ¿apretarlo o dejar pasar algo más de tiempo?»
Y lo inquietante era que a ratos pensaba que apretaría el botón rojo sin dudarlo; pero apenas unos instantes después pensaba que no, que quizá, sólo quizá, debía esperar un poco más, dar a las ciegas hordas dependientes de mi gesto otra oportunidad.
The Minstrel of the Dawn is gone
Canadian folk music icon Gordon Lightfoot dead at 84.